El nivel A1 documenta la capacidad de usar simples expresiones familiares de uso cotidiano para satisfacer algunas necesidades concretas e inmediatas, presentando datos personales relativos a uno mismo o a otros. En este nivel de competencia la interacción con los italófonos puede darse solamente gracias a la directa colaboración de los interlocutores.

El nivel A2 permite una cierta autonomía en contextos comunicativos elementales: quien lo posee está en condición de desarrollar tareas relativas a algunas necesidades primarias relativas a la esfera individual, la geografía local, el trabajo, las compras, etc.

El nivel B2 reconoce una competencia en la lengua italiana utilizable en contextos relacionados a la formación escolar (inscripción en escuelas, universidades) y extra-escolar (cursos de formación profesional, pasantías) y a actividades laborales que proveen también una relación con el público (comercio, artesanías). Quien lo posee puede socializar con facilidad en un ambiente italófono y utilizar la lengua italiana para una actividad de trabajo relativa al propio campo de especialización.

El nivel C1 presupone una notable confianza con la lengua y la realidad italiana, utilizable en actividades laborales complejas (actividades profesionales en ámbito comercial, industrial y administrativo). Quien lo posee puede comprender y producir textos complejos individuando también los significados agregados, como por ejemplo aquellos que caracterizan los textos literarios.